«Nadie en Logroño se siente extranjero» es el final del estribillo de la canción de Rafael Ibarrula y José Manuel Calzada, interpretada por Alfredo Rodríguez, que ha sido oficialmente declarada el himno de la capital riojana. Este tema fue presentado el domingo durante el concierto ‘Cantando a Logroño’, celebrado en El Espolón, aunque para muchos de los asistentes no era nada nuevo.
El recital, que regresó al programa festivo de la ciudad después de cinco años, contó con la organización de Ibarrula, quien, junto a Calzada y Angélica Sáenz, recibió una de las insignias de San Bernabé de 2024. El evento unió tres proyectos de música riojana: ‘Cantando a Logroño’, ‘Cantando al Bon Vino de Rioja’ y ‘Cantando en el Camino de Santiago’. Entre los artistas que participaron estuvieron el grupo Illo-Gronio, Nerea Nogueira, la Coral Bona Cántica, la Escuela de Dulzaina de La Rioja y Naiara Ezquerro. El espectáculo comenzó con la voz de Nogueira entonando «La Rioja existe, qué hermosa es. Unidos siempre la hemos de hacer».
El concierto ofreció un recorrido por la música popular de la región, incluyendo temas como ‘La carrasquilla’, ‘La tarara riojana’, ‘La Rioja canta’ y ‘Peregrinos a Santiago’. Naiara Ezquerro también interpretó jotas, y el público, que llenó todas las sillas disponibles en El Espolón, aplaudió cada actuación.
El momento culminante fue la presentación oficial del Himno de Logroño. Esta canción, nacida de un enfado, ha resonado en partidos de fútbol, en la plaza del Ayuntamiento y en los bares de la ciudad. La Escuela de Dulzaina de La Rioja ofreció un adelanto, y tras ‘La Rioja, tierra hermosa’ (con la presencia de José Vicente Aguirre), llegó el momento principal del himno.
«Las canciones son de quien las canta. El Himno a Logroño es vuestro». Con estas palabras, José Manuel Calzada se dirigió al público antes de que Alfredo Rodríguez y los aplausos de todos los presentes acompañaran los acordes de una letra que ya forma parte de la memoria colectiva de los logroñeses. Porque, como dice el himno, nadie en Logroño se siente extranjero.